Gracias J.J Benítez por tu "Mágica Fé"

Apareciste mágicamente en mis manos en el momento y lugar apropiado, tenía 20 años. Te necesitaba, solicité tu ayuda y acudiste con tu voz de padre y abriste de par en par la puerta de mi alma.

Benítez alterna en este libro su particular "cuaderno de bitácora" de numerosos viajes a través del mundo, con cartas dirigidas a su jóven hija Tirma; de esta manera en un capítulo describe un suceso cargado de significado para él ocurrido en cualquier parte del globo, para a continuación sacarle todo el jugo a esa experiencia y convertirla en una epístola espiritual, transformando "esas extrañas cosas que nos ocurren todos los días" en señales mágicas del Buen Padre, para ayudarnos a caminar de vuelta a Casa.

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Gracias por dar a conocer, a través de tu serie, la música de
Stefano Mainetti



Sobre la Vida y el Amor


La vida es el perfume de Dios. Su colonia habitual. El habitante de este planeta a fuerza de vivir, ha olvidado el inmenso valor de la vida; como el pastelero que a fuerza de acarrearla, ha perdido el gusto por la mercancía.

El mundo (otra vez "la miopía") ha perdido el norte. Observa la contradicción:
El hombre aparece gracias a la vida. Es vida. Transmite vida. No obstante es el mayor carnicero de la creación.
Se siega la vida ajena en beneficio de la comodidad propia. Se esgrimen derechos para ir contra el máximo derecho. Se dictan leyes para sepultar la más sagrada de las leyes. Se defiende la Naturaleza con una mano y con la otra se le clava un rejón de muerte.

La vida es un suspiro y sin embargo, en el colmo de la necedad, hacemos lo imposible por acortarla. En especial por acortársela a los demás. El hombre, "miope y amnésico", no ve y no recuerda. No comprende que la vida es una "percha": su propia "percha". No se ha enterado de que gracias a la vida está participando en la maratón de la creación. Y en lugar de respetarla con deportividad, se ensaña con los "corredores" poniéndoles la zancadilla. Miope total no distingue los carteles que cubren el circuito: "Lo importante es participar", "Juega limpio", "La meta en tu interior"...

La ciencia lucha a brazo partido para conquistar el secreto de la vida. Quiere "fabricarla". Y al mismo tiempo, tanto la ciencia como la técnica y el progreso(¿?) en general, la asesinan sin respiro ni remordimiento. Aquel que descerraje la caja fuerte de la vida se encontrará cara a cara con Dios, por eso hay tanto empeño falso en descifrarla, pero a pesar de todo, la combinación de la caja fuerte de la vida se resiste.

El hombre ha tomado el ascensor de los microscopios y ha descendido victorioso(¿?) a los sótanos de la materia. Pero la física cuántica se ha abierto ante él como un laberinto diabólico. Y ¿cómo encontrar el camino correcto?
Y responderán: cuestión de tiempo.
Y yo digo: cuestión de enfoque.

El hombre domestica vientos y mareas. Ha enjaulado el sol. Y monta al toro salvaje de la luz.
"Ahí -cantan- puede estar el secreto de la vida".
Pero en ese rodeo atómico, los enfurecidos protones y electrones derriban a los científicos una y otra vez.
Y responderán: cuestión de tenacidad.
Y yo digo: cuestión de enfoque.

El hombre se ha metido a cartógrafo de sí mismo y hace mapas del cerebro, escala cromosomas, mide los tendidos eléctricos de las neuronas y se arriesga en las sismas de la espiral del ADN.
"Aquí -aseguran- se encierra el secreto de la vida" Pero el horizonte de la geografía cerebral aparece más y más lejano.
Y me dirán: cuestión de estudio.
Y yo digo: cuestión de enfoque.

El hombre se ha hecho con la pértiga del cohete a reacción y ha ensayado un primer salto, ha visto como saltaba el listón lunar. Y engreído se entrena para el salto a las estrellas.
"Allá -anuncian- nos espera el secreto de la vida" Y el año luz se muere de la risa.
Y responderán: cuestión de técnica.
Y yo digo: cuestión de enfoque.

La llave de la vida no cuelga del llavero del tiempo. Tampoco la encontraremos en el cofre de la tenacidad. Y mucho menos en el desordenado taller de la técnica. La apertura de esa caja fuerte depende, exclusivamente, de cuatro letras, una combinación tan sencilla y simple que difícilmente puede ser imaginada por los científicos. El gran secreto que nos permitirá "fabricar" vida algún día se escribe así: A-M-O-R (el motor que hace mover al mundo) Una "clave" que poco, o nada, tiene que ver con el actual enfoque, que nos obliga a cambiar la valoración de la vida. Que supone una nueva posición de la "clavija" del corazón.

Aún siendo química, aún siendo física, aún siendo luz y aún siendo matemáticas, la vida es mucho más. Es una fragancia única, compuesta por todos los olores imaginados y por imaginar. La vida es un todo invisible: "Caballo y jinete. Sueño y ensoñación. Color y pintor. Agua y delfín. Granito y dureza. Alma y cuerpo. Hombre y Dios."
Somos nosotros borrachos de amnesia, los que nos empeñamos en trocearla. Mientras el hombre no modifique su enfoque de la vida, la conquista del macrocosmos y del microcosmos está condenada al fracaso. La humanidad, a bordo de su crueldad a reacción, será devuelta una y otra vez al punto de partida. El viaje hacia la vida deberá replantearse desde los cimientos. El único motor válido para esa aventura sólo quema Amor.

¿Qué razón de ser tiene la vida? La vida, está por encima de todas las razones. La vida, la que ondea en el mar, la que vuela en forma de V, la que cierra y abre tus ojos, la que perfuma desde el jazmín, la que difumina el día, la que carga las mochilas del trigal y la que pone música al desfile de los átomos, es, sencillamente, un don. Y la sabiduría consiste en aceptar que la vida es un don.

La vida es la luminosa "sombra" de Dios. Un benéfico e inesperado ¡Hola! del Gran Cómico. La vida es un IVA que no hay que devolver. Es Dios mismo, escrito en tinta "simpática". La vida es el inconfundible "olor de Dios". La vida es sagrada por origen y naturaleza y en consecuencia exige un trato igualmente sagrado. Exige hombres sagrados. Y mientras esto no es así, mientras sigamos derramando, triturando y asesinando a Dios, nuestra consagración como "creadores de vida", como definitivos HOMBRE-DIOS, continuará en suspenso.

Cuando te enfrentes al prodigioso fenómeno de la vida, hazlo como una invitada al cumpleaños de un amigo. No cometas la descortesía de ensuciar o destruir la casa. No robes el pastel. No desperdicies el champán. Cuando veas, cuando sientas, cuando intuyas la vida, arrodilla tu inteligencia ante ella. Acaríciala, disfrútala, compártela y sobre todo practica la piedad.
Sé compasiva con las estrellas que se van, con la ola irrepetible que se arrodilla a tus pies, con la mirada suplicante del ignorado, con la Naturaleza que se entrega, con el río ultrajado de espuma, con el perro callejero y herido por el miedo, con el que está apunto de estrenar la vida y con el que se dispone a "mudarse" a la otra.
Sé compasiva, por encima de todo, con el "amnésico y miope" ser humano. La compasión fortifica las murallas interiores y nos prepara para los inevitables cien metros lisos de nuestro propio infortunio.





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